sábado, 16 de mayo de 2009

texto literario vs el discurso literario

TEXTO LITERARIO Vs EL DISCURSO LITERARIO.

Las palabras transportan mundos distintos de significados, ya que organizadas textualmente de una manera u otra permiten que cada individuo interprete y recree la realidad desde su propio punto de vista.

El medio por excelencia para desarrollar el proceso de comunicación lingüística es el texto que se plasma en la interacción de los seres humanos y en la transmisión de la cultura. Es la forma comunicativa por la cual los seres humanos se hacen personas.

El proceso de cambios que enfrenta el mundo actualmente exige al hombre serios desafíos. Estos desafíos culturales demandan, por una parte, la comprensión de nuevos horizontes, y, por otra, requieren solucionar rápidamente los problemas sociales que se presentan.

El propósito de este trabajo es presentar el texto, medio de expresión cultural, como una forma de dar a conocer todas las preocupaciones del hombre, porque el texto como discurso es una manifestación de su modo de ser y sentir el mundo, en cuanto es un acto comunicativo con significado completo y autosuficiente formal y pragmáticamente, al incluir también la intención con que ha sido emitido.

Esta unidad comunicativa, organizada y estructurada según reglas de coherencia y cohesión, forma parte de un acto comunicativo completo y dentro de él, adquieren pleno significado los elementos gramaticales: palabras, cláusulas, oraciones y sus constituyentes textuales: enunciados y párrafos.

Para E. Bernárdez ( 1982 ) el texto es “la unidad lingüística comunicativa fundamental producto de la actividad verbal humana, que posee carácter social. Se caracteriza por su cierre semántico- comunicativo y por su coherencia”. Según esta definición, los elementos que caracterizan un texto son:

Como ya especificamos, las cualidades fundamentales del texto son: la coherencia y la cohesión. La coherencia, de carácter semántico, se manifiesta en la estructura profunda; es decir, en el nivel del contenido y consiste en la organización de la información en torno a un tema específico, que constituye la coherencia global. La conexión e integración de las partes o ideas del tema corresponden a la coherencia lineal y la transmisión de los conceptos, que se adecuan al marco de la producción del texto corresponden a la coherencia local.

La cohesión, por su parte, se manifiesta en la estructura de superficie; en ella los distintos componentes que integran el texto se relacionan formalmente entre sí, a través de mecanismos lingüísticos, denominados procedimientos de cohesión.

Algunos autores diferencian texto de discurso, entendiendo por texto un conjunto de elementos lingüísticos (palabras, cláusulas, oraciones) organizados según reglas estrictas de construcción, en tanto que el término discurso se refiere a la emisión concreta de un texto hecha por un enunciador determinado, en una situación de comunicación determinada.

El texto implica desarrollar las habilidades para producirlo y para comprenderlo a través de una adecuada lectura. El discurso implica desarrollar la capacidad para decirlo ante un auditorio. El primero, es un producto, en tanto que el segundo, es una actividad que se realiza en una situación comunicativa determinada. Cabe destacar que en este trabajo estos términos se usarán como sinónimos.

La importancia de un texto radica en el hecho de que en él quedan plasmados los distintos actos de habla que encierran la visión de mundo y la cultura de un grupo social. Por eso, un texto es la expresión del ser humano que se presenta vitalmente con toda la fuerza de su lengua, de sus tradiciones, de su cultura, de su visión de mundo.

Así, por ejemplo, si pensamos en el valor de las palabras de los textos, como lo hizo el escritor español Jesús Marchamalo en su obra “La tienda de las palabras”, nos damos cuenta de que en los años 40 predominaban las palabras: guerra, confinamiento, invasión, sirenas, victoria y también sangre, valor, resistencia. En los años 50 se destacan palabras como: pacificación, reconstrucción, protones, nuclear, restaurar, vacaciones. Mientras que en la década del 60, masificación, planificación, pornografía y beattlemanía. En los 70, tercermundismo, hambruna, drogadicción, informática.



De este modo, los textos de cada época nos dan cuenta de cómo eran y qué pensaban los hombres y mujeres de ese momento. De ahí que el contexto cultural de un discurso, adquiere relevancia, al entenderse como la experiencia de toda una comunidad lingüística, que tiene una vida social y una cultura común.

Al parecer, con el contexto cultural hay que relacionar el conocimiento de los aspectos más diversos de la vida humana, como la historia que se teje cotidianamente, la cultura del pueblo, el conocimiento que asegura una adecuada comprensión del sentido de las palabras que el hombre usa cada vez que se comunica.

Respecto al concepto de cultura, bajo la influencia de las ciencias cognitivas encontramos la conceptuación de Ward Goodenough(1973), que dice:

“La cultura de una sociedad consiste en cualquier cosa que uno debe saber o creer en orden a operar de una manera aceptable para sus miembros”. En la década de los 70, Cliford Geertz ( 1973: 89 ) redefine el concepto, el que es ampliamente acogido en el ámbito antropológico:

(La cultura)” denota un patrón históricamente transmitido de significados incorporados en símbolos, un sistema de concepciones heredadas, expresadas en formas simbólicas por medio de las cuales los hombres comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento para, y actitudes hacia la vida “(1973:89)

Para U. Ecco (1976:44) “la cultura por entero es un fenómeno de significación y de comunicación (…) humanidad y sociedad existen solo cuando se establecen relaciones de significación y procesos de comunicación”.

Ecco plantea que cualquier proceso de comunicación entre seres humanos presupone un sistema de significación como condición propia necesaria y que un sistema de significación es independiente de cualquier posible acto de comunicación que lo actualice.

Por último, desde la teoría semiótica de la cultura, Giménez Montiel (1996) la conceptualiza como “la dimensión simbólico-expresiva de todas las prácticas sociales, incluidas sus matrices subjetivas (habitus) y sus productos materializados en forma de instituciones o artefactos” y la describe como “el conjunto de signos, símbolos, representaciones, modelos, actitudes, valores, inherentes a la vida social.”

Como se puede observar por las definiciones, la cultura es uno de los patrones fundamentales de nuestra vida tanto como seres pensantes- creativos como personas que nos desenvolvemos en un mundo de cosas, en un medio pragmático. Ambas perspectivas – la intelectual teórica y la pragmática – son vitales para constituirnos como personas en un medio social común.

Desde el punto de vista lingüístico, el mundo del texto está constituido por una trama de conceptos y relaciones que subyacen a la superficie textual. Estos elementos están regidos por los principios regulatorios de eficiencia, efectividad y pertinencia. La eficiencia se vincula con la producción clara, precisa, concisa de un texto. La efectividad tiene como propósito impactar al lector, de tal manera que continúe reflexionando sobre el tema. Por último, la pertinencia, se refiere a la correspondencia armónica entre las condiciones de generación de un texto y los elementos básicos de su producción.

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